La cerámica muelense deriva de las tradiciones cerámicas árabes, ya que los alfareros que crearon esta técnica, y que la desarrollaron durante los primeros siglos, fueron todos de origen musulmán. Por esta razón, en los primeros diseños decorativos nunca se representan figuras humanas. Las decoraciones típicas eran abstracciones de formas vegetales, animales y geometrías. Las inscripciones en árabe también eran muy habituales.
Con el paso del tiempo el estilo decorativo evolucionó hasta adquirir formas propias: dibujos rápidos, simplificación de formas, ritmos de repetición, temor al espacio vacío (horror vacui) y simetrías.
La vajilla decorada sobre cubierta estannífera fue tan de uso como el resto de las especialidades cerámicas (tinajería, cantarería y ollería).
Entre la vajilla doméstica sobresalió, por su cuantía, la producción de vasijas de mesa y, dentro de ésta, la de diferentes recipientes empleados para el servicio de alimentos. No solamente en las casas particulares, sino también en hospitales, conventos y cofradías. Fue imprescindible para la cocina, servicio de mesa y preparación de la comida.
El cuenco formaba parte de la vajilla doméstica tradicional, habitualmente con la función de contener alimentos líquidos.