La loza dorada es un tipo de decoración con efectos iridiscentes producidos por los óxidos aplicados sobre una capa de esmalte ya cocido. Se desarrolló en el Norte de África y en la Península Ibérica. En España tuvo su mayor foco de producción en la zona de Levante, pero en Muel también se produjo de forma habitual, junto con la cerámica azul cobalto.
Los ingredientes principales de la loza dorada eran la plata y el cobre, que junto al bermellón, almagre y vinagre componen la fórmula para la elaboración de estas piezas. Se distinguen dos calidades de piezas: la «común» y la «delgada», que se vendían a precios diferentes.
La documentación del siglo XVI revela una abundante presencia de cerámica en los mercados aragoneses, prueba evidente de un uso doméstico generalizado.
Entre la vajilla doméstica sobresalió, por su cuantía, la producción de vasijas de mesa y, dentro de ésta, la de platos y escudillas, empleados para el servicio de alimentos.
Las escudillas con orejas consistían en un cuenco con asas en el que se servían sopas, purés y caldos.