Este tipo de pieza era conocida como «lebrillo» o «librillo» durante el siglo XVII, «terriza» durante el siglo XVIII y «barreño» hacia el siglo XIX.
Es una pieza de base estrecha y boca de gran diámetro. Se empleaba para diferentes funciones, dependiendo de su tamaño: para el lavado doméstico, como contenedor para la venta de vino, o la más habitual, recipiente para mezclar los ingredientes de las morcillas en la matacía.
Una de las series decorativas características de la segunda mitad del siglo XIX es la vegetal-geométrica de trazado rápido.
Esta decoración se caracteriza por organizarse en bandas concéntricas o varias cenefas paralelas que llenan el espacio, en ocasiones alrededor de un motivo ornamental central.
Uno de los rasgos destacables es el contraste entre pinceladas gruesas y finas, así como la monocromía en azul. Los motivos decorativos eran habitualmente vegetales -hojas y flores plumeadas, las ramas y matas con pequeñas flores o las cenefas de laureles-, geométricos -semicírculos, ondulaciones y líneas paralelas- y frecuentemente se plasmaban nombres e iniciales, aludiendo al propietario de la pieza.